Rosalía Paniagua, la empleada doméstica acusada del asesinato del empresario Roberto Wolfenson en su residencia del country La Delfina, Pilar, fue condenada a prisión perpetua. El Tribunal Oral en lo Criminal N° 4 de San Isidro dictó la sentencia tras un juicio que culminó con la confesión de Paniagua en la tercera audiencia.
La acusación inicial fue por “robo calificado por el uso de arma en forma impropia en concurso real con homicidio criminis causa”. Durante su declaración, Paniagua admitió su responsabilidad, argumentando que el incidente se desencadenó al ser descubierta robando un celular. Según su relato, una amenaza de denuncia por parte de Wolfenson escaló en una confrontación violenta, culminando en el fatal desenlace.
Paniagua describió haber golpeado, derribado y asfixiado a Wolfenson. Intentó justificar el robo del celular alegando una solicitud de la esposa de la víctima, versión que las fuentes del caso desestiman.
La autopsia reveló ADN de Paniagua bajo las uñas de Wolfenson, fortaleciendo la hipótesis acusatoria. Este elemento, sumado a la confesión, resultó determinante para el veredicto.
Reacciones y Consideraciones
La condena ha generado diversas reacciones. Si bien algunos celebran el veredicto como un acto de justicia, otros cuestionan ciertos aspectos del proceso judicial y la veracidad del relato de la acusada. ¿Se esclarecieron todos los detalles del crimen? ¿Se consideraron todas las posibles motivaciones detrás del acto?
Un Caso que Genera Interrogantes
Más allá de la condena, el caso de Roberto Wolfenson deja abiertas varias interrogantes sobre la seguridad en los countries, la relación entre empleadores y empleados, y las complejas dinámicas sociales que subyacen a este tipo de tragedias. La perpetua para Paniagua cierra un capítulo, pero la historia del crimen en La Delfina seguirá resonando en la opinión pública.